Rózame, desgástame, quiero que acabes conmigo.
Erosióname, caricia a caricia, mirada a mirada, erosióname a latidos, dame un mordisco, que no quede nada de mí.
Erosióname, eres mi río, yo el valle que dibuja tu pecho en el claroscuro, erosióname hasta convertirme en el Gran Cañón del Colorado.
Acaba lo que has empezado. ¡Vamos! ¡Desgástame! Que tu piel de arena agujeree la mía que es de frágil carne desangelada, carne huérfana y desnudada. Roce a roce ¡desgástame¡ ¡Quítame la sombra!
Con tu lengua en mi espalda, escribe un soneto raro, arranca las páginas usadas. Borra la magia de las musas que murieron.
Rózame, desgástame, erosióname, oxídame la vida, ¡Oxídame el alma!
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