Eres más compleja que uno de esos puzles que hacía cuando niño, pueril yo, creía que todo sería tan someramente complicado. Cuánto daría por volver a esas felices complicaciones…
Por suerte llevo siempre conmigo el mapa de tu isla del tesoro. Hoy me propongo la meta de resolver tu ecuación.
Eres un problema matemático sin solución aparente, el interrogante absoluto.
El misterio desvelado, un secreto a voces. La incógnita irreconocible, el entresijo de las cuestiones.
Un rompecabezas de miradas y sonrisas que poco dicen, calladas y tímidas. Se me escapan como agua entre las manos, las persigo, las recorro insistentemente.
Un laberinto sin Minotauros, con una Afrodita en cada esquina, una musa que te guía, que te miente, que te pierde. La pista que no conduce a ninguna parte, ni siquiera a Roma.
Un análisis exhaustivo de razones incoherentes, locas, desenfrenadas, inconscientes y rojizas me pierde en tu calma de caricias reprimidas.
Eres mi enigma favorito, sugerente, espero recibir el Nobel a la perseverancia cuando al fin consiga resolverte.
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