La humanidad se nos muere.
Barrocos, clásicos, románicos, surrealistas, neoclásicos, góticos, modernistas, impresionistas, románticos, pertenecientes a distintos movimientos artísticos, en diferentes momentos históricos, de todos los países del mundo, pero todos con un vínculo inquebrantable, la voluntad de expresar lo que sentían, lo que les hacía estar vivos.
La nuestra en cambio es la generación del asentimentalismo.
Estáis muertos…
Basta con fijarse en vuestras construcciones, antes se construía en hierro, que es frágil, oxidable y sucumbe al paso del tiempo, ahora se construye en acero inoxidable. Os gusta permanecer impasibles al cambio y al deterioro, pretendéis evitar sentir pero habéis notado en vuestras propias carnes que os es imposible. ¡Ya que no podéis evitar sentir al menos demostradlo! ¡Manifestadlo al mundo! Gritad: ¡Qué hermoso es sentir!
Y todo lo que construís lo amarráis bien al suelo, vaya a ser que salga volando…
Las alturas os aterran, incluso una de vuestras construcciones es capaz de volar más alto que vosotros mismos, por eso les prohibís el vuelo, sentís envidia de los aéreos.
¿Por qué os avergüenza sentir? Si la vergüenza también es un sentimiento… ¡Y la envidia!
Vivís en urnas de cristal, no vaya a ser que os erosionen…
¿Dónde quedó esa vieja costumbre de sentir?
Os avergüenza sentir porque teméis el cambio, el daño y el dolor. Aceptad el dolor, cobardes. Gritad: ¡Qué hermoso es sufrir! Temer también es un sentimiento.
A mí me avergonzáis vosotros, pero con diéresis marcada.
Sentid, gritad, sufrid, amad, llorad, volad, reíd, sospechad, creced, odiad, temed, envidiad, creed, desead, morid, poseed, ¡vivid! Sí, es un imperativo.
Ya es hora de despertaros de vuestra anestesia…