miércoles, 15 de agosto de 2012

Sal de mí



-Es tan hipócrita esta felicidad que has generado,

tan somera, tan fugaz, tan limpia.

Es tan impecable, tan inapelable, tan implacable.

Tan dura es que le veo atisbos de diamante.

Cuan vítrea es la esperanza, tan prieta, tan callada.

Tan prudencial este furor.

Tan de cortinas y ocultismos, tan de enterrar lo vivido.

Tan de andar a tientas y de andar tentando tentaciones.

Como si tuviésemos tentáculos.

Tan de tintineos.

Qué felicidad más bien falsificada, lo has vuelto a lograr querido seso, ahora te lo ruego, tómate unas vacaciones, déjame afrontar la realidad tal y como se presenta.

-No digas bobadas, sabes que si no te manipulase ahora estarías muerto. Si no tergiversase tu realidad ahora serías un loco.

-¿De qué me sirve estar cuerdo si te lo debo a ti? Casi preferiría ser un loco que un recuerdo.

-¿Y qué tal si pruebas a ser una amapola?, quizás te guste más la felicidad que engendra la sabia bruta.

-Te juro que a veces me gustaría desgarrarme la carótida y privarte de oxigenación. Quizás así te cuidarías esa pedantería. Hasta las flores son más racionales que tú.

-Eres tú quien peca de esa pedantería que tanto me echas en cara, seguramente seas el primer humano lo suficientemente ingenuo como para enfrentarse a su propio cerebro.

-Seguramente seas el primer cerebro que no contenta a su humano.

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