miércoles, 15 de agosto de 2012
Eternos conflictos internos
-¡Eh! , ¡Tú! ¿Sigues ahí?
-Claro que sí.
-¡Ah! Creía que te habías marchado.
-Adónde voy a ir si estoy encerrado en ti.
-No sé, llevabas mucho tiempo sin dar señales de vida.
-¿Acaso alguien me ha dado motivos para darlas?
-No…La verdad es que no…
-¿Aun no encontraste a la que vuela?
-No…aun no.
-¿Entonces para qué me molestas? Avísame cuando la encuentres.
-Mira, ¿no te vale con esa?
-Hmmm, bonito culo, pero no.
-Me desesperas… ¿Por qué eres tan exigente?
-Porque estoy harto de estar atado a ti, no voy a enamorarme de una mujer terrestre, necesito volar, odio estar siempre a metro y medio del suelo… ¿Recuerdas cuando volábamos? Muy poco era suficiente para elevarnos hasta las nubes, muy por encima de Dios, ¡nos reíamos de sus omnipresencias! Pero no es posible volar solos…
-¿Y si nunca aparece la que vuela?
-Seguiré durmiendo, eternamente…
-Eso es, tú hiberna mientras yo me dedico a buscarte una mujer que vuelva a hacerte latir. ¿Cómo puedes ser así de oportunista? Empiezo a pensar que eres un corazón parásito…
-Yo empiezo a pensar que eres un cerebro un tanto alelado.
-No digas tonterías, tú no tienes capacidad para pensar.
-Es cierto, solo sé latir y sin embargo ya ves, tengo más control sobre esto que tú, ¡aquí quien decide soy yo!
-Tirano…
-Espero que te haya quedado claro que paso de caras bonitas, cuando tengas una avisa al de ahí abajo, no a mí. Despiértame cuando encuentres una mujer etérea o cuando se nos pulvericen los ojos de tanto admirar rosas bellísimas, pero ancladas al suelo. Buenas noches.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario