miércoles, 15 de agosto de 2012

La treceava muerte



Te esperaba más mortífera, más letal, dañina, con el acre aliento de una pesadilla. Y sin embargo tienes el olor de una noche sin estrellas.

Y te me presentas así, con tu desnudez de gala, luciendo una pureza que no se encuentra ni en los más humildes sueños. ¿Me vas a venir así vestida?

Tan sin complejos, tan con ausencias que podría decirse que me han vaciado de esencia ¿Qué muerto puede compararse a mí? Si estoy muerto ya doce veces y media… Encerrarme en tu pecho fue lo más imprudente que podíamos haber hecho.

A pesar de todo me pareces una muerte bastante mediocre, una muerte vulgar, jubilada. Para ti los botones de mi camisa son los pasos en un camino a ninguna parte, como el objeto final de cualquier trabajo tuyo.

La treceava muerte…tienes tatuado a fuego en los ojos el número de la mala suerte.

Dibujo corazones en tu espalda que se borran con mi aliento. Nada más mirarme supiste que no podrías conmigo.

Aquella noche hicimos el amor durante 100 años, y al despertar, ninguno de los dos había sobrevivido.

“Y yo pasaré a la historia como el hombre que venció a la muerte enamorándola.”

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