sábado, 27 de noviembre de 2010

Como aman los poetas.



Ámame como aman los poetas, atraviésame la pupila con tu imagen, haz que mi corazón sean tus versos, no tengas noción del espacio ni siquiera del tiempo, solamente de tus palabras quiero ser testigo, cuando llegue la guerra, estaré en la trinchera, contigo.
Deja que tu voz conquiste un imperio de caricias, y que esa mano que se levanta en ti como si fuera a colgar soles en el aire arroje la semilla de la flor que nos dé aroma, que nos transporte a un edén de sonrisas que beben sus ríos de tinta, que la luz de estos poetas entregue al mundo este laberinto de palabras.
Y que cada caricia sea un imperio, y que si quieres el sol yo lo pondré en tu mano, que cada una de tus sonrisas nos lleve al edén, salir de este laberinto de palabras y que no nos hagan falta cadenas para subir al cielo de sus mentes, porque nada envejece, todo amanece si dejas de pensar en el exterior y entra en nuestro mundo en el que la vida misma te lleva al suicidio que es el amor, si es que no sabes amar, y al campo de rosas sin espinas de tu corazón si es que sabes. Es triste vivir sin saber soñar, sin saber llorar de alegría y reír de tristeza, sin saber siquiera vivir, sin saber tan solo eso, sin saber amar.
Y aunque se derrumbe este imperio, aunque me quemen estos soles, aunque tus sonrisas me lleven al inframundo, aunque nos perdamos en nuestros propios laberintos y las cadenas nos aten la inspiración, aunque nos encuentre el tiempo, aunque nazcamos de amor esta mañana, aunque muramos de vida al alba, aunque sepamos amar, llegué a olvidar que las rosas también tienen espinas, aunque los sueños queden enfermos y rotos, aunque lloremos sonrisas y riamos a lágrima viva, aunque aprendamos a vivir, aunque el arte de llenar nuestra vida de inspiraciones sin musas que las alimenten, de vivir en pensamientos ajenos creando poesías hasta en la hora de la siesta, aunque hagamos del mundo un gran verso en el que las rosas, sean producto de tu olvido o no, carezcan de espinas, aunque la nieve nos queme las plantas de los pies y empecemos a sentir que envejecemos huérfanos de unos besos, de fantasmas que aprenden a crecer, siempre nos gustará imaginar que nos engaña la herejía, y que no nos hace presos de su afán de mantenernos separados cuando realmente somos una misma vida, pues mientras vivamos juntos, en el mismo laberinto, bajo el mismo sol, pisando la misma nieve y cogiendo las mismas rosas, mientras nazca y muera el amor, vivirá la poesía, porque lo peor del amor es cuando acaba, cuando se convierte en poesía, cuando al punto final de los finales, no le siguen...dos puntos suspensivos.

Vuelvo a oler a mí.



Ya huelo otra vez a mí.
Huelo a ser, no a parecer. Huelo a bambú, a esencia, a carmín.
Ya huelo a albero, a abril.
No a sal, no a luz, no a rocío, huelo a jazmín.
Ya vuelve a mí mi perfume, huelo a mí, no a ti.
Vuela de mi pecho a mi nariz, y al revés, y a todas partes. Y vuela hasta ti, y hueles a mí. Pero al revés no, al revés sí, creo ¿No?
No a azul, a verde, no a frío, a whisky, a melocotón.
Busco tu perfume y no aparece, ni en mis labios, ni en mi pelo, ni en mi almohada, ¿en París?, en París sí, pero allí no pienso ir. Yo me quedo aquí con los míos, con mi gente, con mi fiesta, con mi futuro, con mi olor.
Huele jazmín y abril, huele otra vez a mí.

Alas rotas.



Hice mi corazón de aire para que supiese amar volando.
Lo forjé en acero para que hiriese con mirarlo.
Construí mi corazón con agua, quería que fuera incoloro, transparente.
Hice mi corazón de diamante, para que dejase una cicatriz con cada caricia.
Lo levanté en piedra para que no se me filtrara por ninguna rendija ningún rastro del pasado, ningún recuerdo.
Ejercer el olvido por voluntad es imposible.
Mi corazón nació de oro blanco, inerte pero irresistible.
Se cocinó de chocolate para que fuese afrodisíaco, exquisito, suculento.
Lo dibujé en la arena para que lo borrase tu marea.
Lo tallé en madera para que ardiese en el fuego de tu indiferencia.
Volaba y mis alas se quebraron, entonces caí del cielo a la Tierra, como un ángel desterrado. El pecado original y un destino en mi maleta.
Tengo el corazón pequeño y el amor grande, normal que me duela.

¿Dónde van?



¿Dónde van los sueños muertos?
¿Dónde van?
Puede que permanezcan en este cementerio. Algunos van al cielo, otros al infierno, pero todos salieron de nuestra fábrica.
Los fabricábamos en serie, a escala industrial. Llenábamos barcos mercantes cargados de sueños. Los distribuíamos por todo el mundo.
¿Qué forma tiene un sueño?
Son como pequeñas estrellas, imperceptibles individualmente, pero cuando se unen miles y miles de sueños forman un Sol.
Iluminábamos todos los rincones del mundo con nuestros Soles.
Otras fábricas de sueños no soportaron la competencia y tuvieron que cerrar. Sus sueños eran de mala calidad y su sistema de producción muy pobre.
Teníamos el monopolio de sueños, teníamos de todos los colores, sueños y fantasías inimaginables, los más variopintos, los más envidiables.
Todos elaborados con una dedicación y cariño que provocaban la admiración de muchos.
Nuestros sueños no se compraban con dinero, su valor era incalculable.
Hubo incluso quien intentó falsificarlos con un éxito nulo.
Los sueños se cumplen, cuidado con lo que sueñes.
Pero todas las empresas pasan por malos momentos, los sueños comenzaron a producirse en menor cantidad y no pudo cubrirse la demanda. La fábrica de sueños tuvo que cerrar.
Los últimos sueños eran defectuosos. ¿Dónde van los sueños enfermos?
¿Hay hospitales para sueños? ¿Médicos de sueños?
¿Los sueños se incineran? ¿O se entierran?
¿Dónde están?
Los sueños muertos, ¿dónde van?

Como una peste.



"-¿Qué artículos de consumo fabricar con mi melancolía perpetuidad? Una vez estuve meses sin lavarme la ropa, lo cual impidió que me suicidara, dime qué poeta se dejaría manosear sus maletas de muerto si hay en ellas ropa no lavada. Es tan lejos pedir, es tan cerca saber que no hay. No hay lugar para mí en este mundo Oliverio.
-Dejame hacer un mundo para vos.
-Nada más peligroso cuando se necesita ayuda que pedir ayuda. No tiene sentido, al poco tiempo ese mundo comenzaría a envejecer, y nosotros con él, sólo nos volveríamos una presa más apetecible para la muerte.
-La muerte no se va a atrever si nos amamos.
-Fácil lo haces tú.
-No, no es fácil, es simple.
-¿Tú has visto cómo se pone la gente cuando se enamora? Es como si tuvieras una peste que te hace perder la lucidez hasta llegar a creer que ciertos dolores pueden ser placenteros.
-Jajaja
-¿Cómo se evita esa peste? Te vuelves un llorón que anda por ahí en carne viva.
-Sí, como un bobo.
-El viento te embriaga y te emociona cualquier cosa que se mueva o respire.
-Y todo te parece un milagro y te vienes amando todo lo que tenga vida, inclusive la vida. Es un papelón descomunal.
-Uno de los estados lamentables a los que puede acceder un ser humano. Es una locura tan vergonzosa Oliverio, que los enamorados deberían recluirse en cuarentena para que nadie los viera mientras les dure la peste. Dime como se hace para estar a salvo de esa locura ¿cómo se hace?
-¿Cómo se hace para no besarte? Decíme, decíme como se hace, ¿eh? Decíme como se hace. Pedíme que no respire, ¿durante cuánto tiempo mi cuerpo podría hacerte caso antes de volver a tomar aire para seguir respirando y seguir besándote? Eso es la vida Ale, algo tan simple como eso, respirar y besarte, besarte y respirar, si me dejás hacer eso todos los días vivo 178 años."
El lado oscuro del corazón.

Ya no me acuerdo.



Ya no me acuerdo.
Ni del perfume de la brisa, ni el de tu pelo, ni de tu risa, ni de tu cuerpo, ni del tacto de tu piel con la mía, ni de tus besos.
Ya no recuerdo cómo de verde era ese césped, ni cuántas lunas salieron al alba, ni de los ríos de tinta que esa avenida recorrieron, ni de las miles de cartas que trajo el cartero.
Ni de la espera, ni de los caminos, ni de la lluvia, blanca como esa tormenta en el cielo, ni de los ángeles caídos, ni de la musa que sin prisa me llenaba de anhelos.
No consigo recordar la fecha y hora del primer beso, ni del último.
No me acuerdo de si tus ojos eran marrones o negros. Ni de ese pequeño lunar en tu mejilla en el que solía centrar la vista.
Ni de la sombra que dibujaba la luz al posarse en tu pecho.
Ni del lugar donde fabricábamos los sueños.
Por suerte, ya no me acuerdo de tu recuerdo.

Maldita inspiración I.



Tengo una fiel acompañante.
Cuando me despierto por la mañana la veo a los pies de mi cama. Mientras desayuno allí está, mirándome fijamente. Me cepillo los dientes y sigue ahí, tras mi espalda.
En el bus de camino a la facultad la veo entre la multitud, no me quita el ojo de encima. En medio de la clase de genética se levanta, coge una tiza blanca y comienza a escribir frases en la pizarra:
“Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima.”
Borra y con una tiza amarilla escribe:
“Sin ti el Sol cae como un muerto abandonado.”
Por último con una tiza negra garabatea con una letra casi ininteligible:
“-Recibe este amor que te pido, recibe lo que hay en mí que eres tú.
-Sin ti me tomo en mis brazos y me llevo a la vida, a mendigar fervor.”
Salimos de clase y de camino a casa me toma de la mano. Me señala al cielo, al Sol, al camino y a algunas personas que vamos encontrando mientras andamos sobre él. Pero no dice una palabra. Me mira, la miro y me dedica una sonrisa. Parece que quiere llevarme a alguna parte.
Comienza a llover, compartimos mi paraguas, ella pone su mano bajo la lluvia y me muestra algunas gotas que ha recogido.
Llegamos a un descampado, no puedo ver a nadie alrededor, vuelve a mirarme, su sonrisa ha desaparecido, aparta la mirada y con el mismo silencio que vino desaparece, allá a lo lejos con mi paraguas.
Y allí quedo yo, empapado y con las frases de la pizarra retumbando en mi cabeza, esperando a que mi compañera vuelva.
No siempre estuvo conmigo, mientras las musas la suplantaron ella supo alejarse. Pero cuando una musa toma un camino diferente al mío ella inmediatamente aparece, a los pies de mi cama cada mañana, y así una y otra vez.
También le gusta ducharse conmigo. Cuando me voy a dormir ella también está allí, sentada en la cama, mirándome, a veces me despierto en medio de la noche y la vuelvo a ver ahí, sin dejar de mirarme como si supiese exactamente qué estaba soñando, y así hasta que llega una nueva mañana.
Mientras dure la ausencia de una musa ella será la única que me acompañe, como una señal de abandono.
Maldita inspiración, esfúmate.

PODRIDOS



¿Tan triste es vuestra vida? ¿Tan tristísima que la mía os llega a parecer más interesante?
¿Tan importante soy para vosotros como para que invirtáis tanto tiempo de vuestras vidas en fisgonear la mía? Me halagáis, ciertamente. Me hacéis sentir alguien.
Vivís las vidas ajenas con mayor intensidad que vuestra propia vida, ¿realmente tenéis una vida? ¿O un crisol de vidas extrañas entre las que se encuentra la mía? Si Nietzsche levantase la cabeza lloraría porque lo matasen de nuevo al ver en qué se ha convertido vuestro mundo. No tenéis voluntad de poder, de vivir tendiendo a más, tenéis voluntad de trasponer vuestra vida porque la encontráis tan sumamente vacía y no encontráis manera de llenarla, que viajar a otras vidas es la única de encontrar la vuestra parcialmente llena.
Debéis saber que vivís una continua mentira. Os alimentáis del morbo. ¿De verdad encontráis felicidad en la desgracia ajena? ¿O acaso os parece divertido el sufrimiento y dolor humanos? ¿Habéis sentido auténtico dolor alguna vez?
“Más que lo que digo es lo que escondo, decido vivir sufriendo, nadie es testigo de mi infierno porque está dentro de mí, no conmigo, pero eso es otra historia, mi ego cabalga tras la victoria en el páramo y todo lo que escucha es silencio.”
Por suerte para vosotros, que os nutrís del sufrimiento ajeno, hay muchísimos desgraciados en el mundo, desgraciados a los que vosotros, sanguijuelas, absorberéis toda la sangre hasta verlos caer extenuados. Pero pobres de vosotros si creéis que lo conseguiréis conmigo, soy muy superior a vuestras tristes mentiras infundadas, vuestro dedo de frente no es capaz de comprender el potencial de este PUTO CABRÓN.
¿Soy yo el falso por solucionar mis problemas con la palabra? ¿Por arreglar mis diferencias con otras personas? ¿Pero qué concepto de falsedad tenéis? Vosotros, repito, vosotros sois los únicos falsos, la inmensa mayoría. Vivís una continua falsedad, todos con todos, no os soportáis entre vosotros y sin embargo dedicáis una sonrisa a quien pensáis que no se la merece. Una sonrisa es un regalo demasiado valioso como para andar malgastándolo, pero en cambio vosotros, que escatimáis vida, que no sabéis amar, sí que derrocháis sonrisas, falsas sonrisas.
No sabéis amar, ni vivir, ni sentir, no sabéis nada, ¿qué sabéis?, engañar, mentir, falsear. Siempre tendréis alimento porque siempre habrá desgraciados, pero no dentro de mucho tendréis que buscaros a otro huésped, parásitos.
Vosotros, alimañas, los que alimentáis el odio, la venganza, el resentimiento, no escupís más que basura.
Os odiáis a vosotros mismos, para amar a otros primero hay que amarse a uno mismo. Por amor al odio.
No conozco ningún vino superior a mi sangre, en cambio vosotros, sólo tenéis veneno en las venas y os lo bombea un corazón de plomo.
Estáis podridos, nos vemos en el infierno.

Mueve los hilos.



Mete tu mano en mi cuerpo y manéjame, soy dócil, demasiado bueno para ser verdad.
Utilízame, úsame y tírame, soy desechable, reciclable infinitud de veces.
Como un títere, inerte, muerto, con la única vida que tú puedes darme, quiero que tú seas mi hábil titiritero.
Manipúlame, soy tu fiel marioneta, tensa mis hilos, arrástrame, hazme actuar, diviértete con mis movimientos involuntarios, oblígame a bailar al son de tu música, arrímame a tu Sol, diviértete viendo como me quemo entre sus llamas.
Soy el payaso más gracioso de tu circo privado, disfruta de mi actuación hasta que te aburras de ella y decidas reemplazar a este triste payaso viejo gris por ese payaso mecánico muerto. Yo nací un día que Dios estaba enfermo, grave.
Vida, mi vida, ¿qué nudo has hecho de mi vida?
Como me hice esos nudos no volvería a hacérmelos, tal vez volvería a hacérmelos como me los deshago.
Utilízame, gástame, tírame, y vuelta a empezar.

Hospital de sueños.



Apenas un rayo nos baña. Ahora un mar. No brisa, no luz, no vida.
Suspiros van al aire, son aire. Lágrimas camufladas, aéreas. La vida que se nos escapa, este tiempo que no se demora.
Este pasillo blanco, eternamente frío, infestado y vacío.
La locura que nubla este razonamiento antes estricto.
Esa extraña paz...
Las manos cansadas que hablan de esa existencia que a duras penas aquí se forjó, como si no debiese existir, hace ya mucho tiempo, no para de pasar el tiempo…
El calor que nos pinta de amarillo sobre el blanco.
En el aire el virus pseudovivo de aquel sueño.
¿A qué viene este ángel? Yo aun no estoy muerto.
Sobre la lengua explota a veces el agrio e infartado sabor de tu recuerdo.
El vértigo que habitó aquel minuto.
Entre los pliegues de la lengua el metálico sabor de tu deseo.
No hay ventanas, en esta habitación que nos acoge.

No sabéis amar.



No sabéis amar, ninguno, absolutamente ninguno. Si sois incapaces de distinguir el amor de una erección, ¿cómo vais a saber amar? No sabéis, para nada, no tenéis ni idea.
¿Y sabéis por qué?
Porque amar es nada y siendo nada ya es mucho, amar es vivir, amar es amar, amar es sentir, amar es llorar, amar es respirar, amar es tocar y oler y saborear y escuchar y observar y pensar.
Pensar, cada segundo, no pensar en otra cosa que no sea amar, amar todo el tiempo, no a ratos, amar rápido y lento, despacio, muy despacio, para siempre. Amar con los ojos, con el ombligo, con las cejas, con la lengua, los dientes, el paladar, con los dedos, amar con la mente, amar por los codos.
Amar con la mente, pero mente loca, esquizofrénica y paranoica, amar con ansia, con locura loca.
No sabéis amar porque amáis con los pies en el suelo, sólo se vuela amando, sólo se ama volando, no se ama en la Tierra, se ama hacia arriba, como aman los ángeles, nunca hacia abajo, a más, nunca a menos.
No sabéis, porque el amor que escatima nunca es verdadero amor, porque amar es darlo todo, dar la vida, dar la muerte, morir de amor, cada mañana, amanecer muerto de amor.
No aprenderéis a amar porque no acudís a la esencia del amor, amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a ella, sino porque estamos acostumbrados al amor, yo sí lo estoy, ¿Vosotros? No, vosotros no, porque escatimáis, escatimáis vida, escatimáis dar vuestras vidas por amor. ¿Qué os importa dar vuestra vida por amor, si de todos modos sin amor estáis muertos? Todos muertos, estáis todos muertos por vuestra racanería vital. Avaricia del que nada tiene y nada da.
No amáis porque teméis, teméis al dolor, al sufrimiento, cobardes, no temáis, soportad el dolor, aceptad el sufrimiento, son parte esencial de amar, avaros y gallinas, angustiaos por la ausencia de una angustia que os haga estar vivos. No entendéis nada, no comprendéis que sin dolor amar no sería nada, si todos los días nevase no podríamos llamarlo invierno.
No compadezcáis mi sufrimiento, es sólo ceniza del fuego que fue mi felicidad, señal de que ardió, los rescoldos prenden de nuevo, sólo el tiempo reavivará de nuevo esa llama y entonces, ¿de qué os compadeceréis? ¿De mi ciclo eterno de felicidad y sufrimiento? Al menos yo he vivido. Compadeceos mejor de vosotros que jamás amareis, jamás arderá vuestra llama con la fuerza con que la que lo hace la mía, puedo ahogar vuestras tristes fogatas con mi incendio colosal.
Dejad de preguntaros los unos a los otros cuál es el secreto para amar, no nacisteis con esa capacidad y sois incapaces de desarrollarla, sólo los poetas que se ahogaron en su tinta aman con sinceridad, unos pocos privilegiados que encontrarán el sentido pleno de la vida y una vez alcanzada esa cima os compadecerán por vivir la pobre ilusión de un amor somero y falso.
Os confundís amando porque no comprendéis que un corazón grande se llena con poco, porque se ama hacia afuera, no hacia adentro, no con egoísmo sino con “alteregoísmo”, con el “otro yo” como único destinatario, el “otro yo” que es el amado, porque para amar primero hay que saber sufrir, entonces amar, después partir y al fin andar sin pensamiento. Porque el que envidia a los amantes nunca amará, porque se ama a mares, dejando una cicatriz imborrable con cada caricia, porque amar es contemplar una rosa hasta que se te pulvericen los ojos.
Porque amar es un arte, un arte del que hay muy pocos buenos artistas, muy pocos buenos poetas de la vida.
Huid del triste amor, amor pactado, sin peligro, sin cura ni aventura, porque el amor lo cura lo sensato. Asumid el riesgo, sed impulsivos, amad sin control, porque la medida del amor es amar sin medida.
Porque el sexo no es acción, es manifiesto de amar, descontrolado y loco de nuevo, firma del contrato en el que entregas tu vida incondicionalmente.
No se ama con palabras. Todo lo que se puede decir es mentira, el resto es silencio, solo que el silencio no existe. Las palabras no hacen el amor, hacen la ausencia, si digo agua ¿beberé?, si digo pan ¿comeré?, lo que pasa con el alma es que no se ve, lo que pasa con el espíritu es que no se ve, ¿de dónde viene esa conspiración de invisibilidades? Ninguna palabra es visible. Sólo los poetas tienen derecho a amar con palabras.
No soy yo el pobre por no amar habiendo amado ya, pobre de vosotros que ni amáis, ni amasteis, ni amareis, jamás. Os mentís diciéndoos los unos a los otros que os amáis, mentira sobre mentira, no amáis, escatimáis, no vivís, sobrevivís, no sois felices , nunca lo fuisteis y nunca lo seréis. No lo digáis con palabras, no sois dignos de ser llamados poetas porque no sois amantes, amaos de verdad, no se ama con palabras, se ama entregando la vida, se ama viviendo la vida del otro antes que la propia, siendo uno, se ama con la maldad de un Dios y la bondad de un Diablo, se ama con la contundencia de un martillo, se ama a golpes, a arrebatos, como aman los poetas, se ama raptando a la inspiración, ganando el pulso al tiempo, se ama cuidadosamente, detalladamente, con la esperanza de hacerse viejo lentamente, a intervalos de vida.
Se nace muerto y se vive amando.
Estáis todos muertos, y yo, tan solo en un coma profundo.

Todo a la basura.



Ayer también decidí tirar los trastos viejos. Lo inútil, lo inservible, lo que simbolizó algo y ya no significa nada.
Decidí apartar de mí cualquier recuerdo, así que agarré una bolsa de basura y sin mirarlos por última vez fui depositando con dejadez uno a uno los objetos que me evocaban algo. Tampoco había mucho que tirar. Y allí arrojé las ilusiones, los sueños rotos, algún que otro llanto, la esperanza húmeda, mucho tiempo invertido, aún más esfuerzo, dedicación, hambre, dinero incluso arrojé a esa bolsa de magia apagada. Y mientras lo hacía experimenté veintitrés sensaciones diferentes, veintitrés, las analicé todas; algunas eran viejas amigas, otras eran desconocidas, pero todas me empujaron a cerrar esa bolsa, a hacerle veintitrés nudos, veintitrés, por si algo intentaba escapar y volver a mí.
Y corrí a la calle, unas sensaciones fueron suplantando a otras, las nuevas a las viejas, pero siempre eran veintitrés, por el camino fui analizándolas todas mientras corría casi al contenedor de basuras.
Y allí llevaba en mi mano la luna y las estrellas, las rosas apagadas, la música marchita, las manecillas del tiempo, las promesas quebradas, frágiles, como las briznas de hierba en la que nos tumbábamos al principio en aquel octubre de sueños que resultaron ser mentira.
Me pregunté por un instante dónde tirar la bolsa, ¿No habría un contenedor de sueños? ¿Dónde van los sueños muertos?.
Una voz me dijo: “¡Vuelve!”. Pero agarré mis veintitrés sensaciones, todas nuevas ya, y corrí aun más rápido al contenedor de basuras, y con rabia contenida arrojé la bolsa al fondo.
En un segundo las veintitrés sensaciones se entremezclaron las unas con las otras, se intercambiaban, aparecían y desaparecían, como si alguien hubiera agitado el cuerpo que las contenía, finalmente, fueron volviendo a un equilibrio en el que me era posible de nuevo analizarlas, y allí estaban las más variopintas, había ilusión y esperanza, también desasosiego, pero eso qué importa, rabia, ira, desengaño, pero también fuerza, mucha fuerza, superación, ese afán de superación que siempre vivió conmigo y me hizo ser lo que ahora soy. Y así hasta veintidós sensaciones distintas, ¿la última?, era neutra, vacío listo para ser ocupado.

Vivir es decidir.



Hoy decidí reir, reirme de todo, a carcajadas, llorar, pero de risa.
Hoy decidí empezar de nuevo, reemprender el camino, coger carretera y manta.
Hoy decidí ser uno nuevo, vestirme de gala, sacar a lucir mi mejor sonrisa.
Hoy decidí marcar hoyuelos y achinar los ojos.
Hoy decidí dejar de lado lo que nada importó nunca, volver a retomar lo que sí que importaba.
Hoy decidí no aparentar, ser.
Hoy decidí ganarle el pulso al tiempo, ser dueño de mí mismo.
Hoy decidí parar el mundo y bajarme.
Hoy decidí hacer las paces con mi conciencia.
Hoy decidí reir de nuevo.
Hoy decidí dejar de lado las venganzas, las represalias.
Hoy decidí tomar el toro por los cuernos, seguir de frente, no volver el rostro.
Hoy decidí enamorarme de mí mismo.
Hoy decidí vivir al límite.
Hoy decidí dar la vuelta al mundo sin levantarme del sofá.
Hoy decidí tirar los trastos viejos.
Hoy decidí, hoy, y el resto de mis días, ser feliz.
Hoy decidí construir mi universo y manejarlo a mi antojo, jugar a ser Dios, mi propio Dios.
Hoy decidí decidir yo.