miércoles, 23 de marzo de 2011

El amor no es matemático.


No es calculable ni cuantificable.
No es medible.
“La medida del amor es amar sin medida.”
No hay ecuaciones para resolver sus secretos.
No es un logaritmo ni tiene un límite definido cuando los besos tienden a ser infinitos, ni cuando son 0.
No entiende de áreas, ni volúmenes, ni tiene dimensiones, o quizás son demasiadas las que abarca.
Los corazones dibujados tímidamente en tu espalda no son geométricamente perfectos.
No es positivo ni negativo.
Y sin embargo obedece a las leyes de la física, cuando dos cuerpos se atraen inevitablemente.
A las de la termodinámica, cuando hierven.
A las de la química, cuando mezclándose el uno con el otro reaccionan en una explosión de caos incalculable.
No tiene axiomas, ni dogmas, ni verdades absolutas.
“El amor no es matemático, pero hay caricias calculadas, y hay versos calculados, con mi lengua en tu espalda escribí un soneto raro.”
“Y sin embargo todo es un cálculo elevado a nuestras lágrimas.”
El amor no es matemático.
Y a pesar de ello voy resolviendo la ecuación de las miradas que te imagino, las que quiero imaginar.