Apenas un rayo nos baña. Ahora un mar. No brisa, no luz, no vida.
Suspiros van al aire, son aire. Lágrimas camufladas, aéreas. La vida que se nos escapa, este tiempo que no se demora.
Este pasillo blanco, eternamente frío, infestado y vacío.
La locura que nubla este razonamiento antes estricto.
Esa extraña paz...
Las manos cansadas que hablan de esa existencia que a duras penas aquí se forjó, como si no debiese existir, hace ya mucho tiempo, no para de pasar el tiempo…
El calor que nos pinta de amarillo sobre el blanco.
En el aire el virus pseudovivo de aquel sueño.
¿A qué viene este ángel? Yo aun no estoy muerto.
Sobre la lengua explota a veces el agrio e infartado sabor de tu recuerdo.
El vértigo que habitó aquel minuto.
Entre los pliegues de la lengua el metálico sabor de tu deseo.
No hay ventanas, en esta habitación que nos acoge.
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