domingo, 7 de abril de 2013

Mi niña



Mi niña

Tan tierna.

Tus titubeos. Tu risa.

Tú.

Mi dulce niña.

Me has hablado con los ojos de tus albas.

Me lo han dicho tus paredes, tus rincones, las cornisas de tu alma.

Me lo dicen los reflejos de tus balcones, los geranios que te engalanan.

Eres tenue y prieta.

Brevedad que abruma.

Me lo han dicho los faroles,
tus lunares,
me lo dicen los volantes,
y tu dorado colosal.

Lo veo en el céreo resplandor de unos ojos que regalan primaveras
en el fulgor incandescente de tu piel rocosa, aspereza que domina y enloquece.

Mi niña, tu piel barroca.

Enloquece el jazmín con el que te perfumas,
tu rubio río al ocaso es tu melena celestial. Cabellos de oro
de agua y cristal.

Y tu voz, esa música que ciega
ese cante `jondo´
esos `quejíos´del alma.

No hay pupilas como tus lunas.
Tú, amor.
¡No hay caja ni sol que te haga sombra!
Ni patrañas de canallas que enturbien tu grandeza.

Si hasta la mismísima Eiffel, que se rindió a tus encantos, vino a regalarte un brazalete que engalana tu pequeña y dulce Triana.
"La fiesta de los caminos encadenados".

Mi niña: ¿Quién se retracta de tu belleza?

Lunas de abril para coronarte de mil colores.

Volantes de humo. Volantes
de oro y cristal.

Bamboleos que se mecen en tu cintura.

El arte sin igual.

Parangón y doctrina de tu divinidad.

Solemne y grácil aderezo que te engalana.

Esta gloria fugitiva...

Mi niña.

Tú, amor.

La mujer definitiva.

Solo tienes un nombre con siete letras:

Sevilla.

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